Viaje a Etiopía día 09/12/2016

09/12/2016.- Desayunamos, recogemos y a las 09:00 salimos para visitar a los ARBORE. Son un pueblo de pastores nómadas de la rama de los Borana y descendientes de los Oromo. Visten túnicas y tocados coloridos y las mujeres de adornan con largos collares de cuentas. Viven en Tukules construidos de papiro que tiene la propiedad de dejar pasar el aire, manteniendo el ambiente fresco.
El camino no es precisamente una autovía y en ocasiones circulamos por el lecho seco de algún rio, con un ambiente muy polvoriento.


Nos encontramos con algunos pastores que llevan sus vacas a pastar por estos terrenos áridos.
















A estas jóvenes les gusta posar con esta túnica sobre sus cabezas. Lo cierto que casi todos llevan algún tocado para protegerse un poco del sol en esta zona tan árida.


Son ya ancianos y van juntos, deben ser amigos desde niños y no se separan. Uno de ellos es ciego y recibe siempre la incondicional ayuda del otro.





Dejamos la aldea a eso de las 12:45 y vamos directamente a un restaurante al que llegamos a las 13:30. Es un tipo de restaurante con una terraza como la que vimos en Turmi y el almuerzo está concertado, aunque se puede elegir. La cerveza es obligatoria dada la temperatura; sobre los 35 grados. En un rincón está este hombre sentado tranquilamente y relajado bebiendo este tanque de cerveza.


Después de almorzar continuamos la marcha y al cabo de 30 minutos, nos paran en un nuevo control militar. El puesto es un chiringuito de chapa y tablas con una cuerda con pañuelos anudados que cruza la carretera. Parece de broma pero las apariencias engañan y de cualquier sitio te puede salir un militar con su Kalashnikov.
Aprovechamos para bajar y estirar las piernas. El puesto está junto a un puente sobre un caudaloso rio, aunque no profundo y a ambos lados hay mucha actividad. Desde niños jugando y bañándose hasta mujeres que lavan la ropa.





Continuando con la marcha atravesamos diferentes paisajes desde tierras donde se levantan pequeños tornados de arena hasta suelos fértiles donde crecen maizales y plataneras, según avanzamos hacia el Norte.




Nos acabamos de llevar una desilusión porque no podremos visitar los poblados de los KONSO, porque hay revueltas y tropas militares desplegadas por los alrededores. Una verdadera pena, ya que la zona está declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco debido a su importancia cultural universal por sus tradiciones religiosas, esculturas de madera y los fósiles de homínidos que se han encontrado en sus alrededores.
A las 16:45 llegamos al hotel Kanta Lodge y comprobamos como efectivamente hay movimiento de militares.





El hotel está muy bien, rodeado de jardines muy cuidados. Mi habitación era como esta pero con dosel y mosquitero muy limpia y con un cuarto de baño y ducha más que aceptable.
Tiene una terraza grande con muy buenas vistas y un comedor amplio con sillas de madera engubiadas.



A las 17:15 y una vez que nos hemos instalado nos vamos andando hasta el pueblo de Konso. No estámas lejos de un par de kilómetros y falta nos hace andar un poco. 
Es un pueblo sencillo con una gasolinera y las casas a lo largo de la carretera hasta que se llega a una rotonda donde se asientan talleres y tiendas delante de los que se instalan vendedores con sus mercancías en el suelo a modo de los mercados que hemos visto en otras ocasiones.

Por el camino encontramos mujeres y niñas cargadas como mulas de haces de leña que a pesar de eso sonríen cuando pasamos a su lado y las saludamos.



Nos detenemos en lo que parece ser una peluquería y al principio se muestran reticentes, pero después acceden a posar sonrientes y avergonzadas.

 

Continuamos hasta los puestos de vendedores que exponen sus frutas y verduras en el suelo.


Estos niños hace tiempo que han dejado de serlo. Maduran muy rápidamente y ahora asumen la responsabilidad de aportar algo a sus casas. Se acabaron los juegos y la holgazanería.


Esta vendedora de almendras sonríe mientras permite que su hija pose.


Entro en una tienda donde venden de todo un poco, desde champús hasta cestos. Esta jovencita después de muchos intentos accede a posar rodeada de sus chanclas. No hay nada como la paciencia y una sonrisa.


Los niños también son guapísimos y encantadores. Me sorprendió dada la mala fama que tienen los Konso de pesados y agresivos. Aquí ni siquiera pagamos nada.


Después entramos en otra tienda y después de insistir mucho me sorprende porque no sólo accede a posar sino que llama a una amiga, prima o hermana para que salga y ésta aparece deslumbrante con su chal rojo y también lo hace entusiasmada. Veo dentro, en un patio una escena muy interesante pero me dicen que no pase.





Damos por terminada la visita y al poco tiempo aparecen los coches. Que suerte nos vamos con ellos y nos ahorramos una cuesta bastante larga y empinada.
Llegamos al hotel, me ducho y me cambio de ropa limpia que será la que lleve mañana y me siento en una terraza con los compañeros a tomarme una merecida cerveza. 
Comprobamos que los militares siguen allí, incluso vemos algunos de mayor graduación y de paisano que están tomando algo frente a nosotros. Por una parte nos inquieta la situación y por otra nos tranquiliza que estén junto a nosotros.
Cenamos con la misma dinámica de armonía de siempre y nos vamos a dormir. Mañana también madrugamos.

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